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Trabajar en equipo

 

En un barco de regatas lo más importante es la comunicación entre todos los miembros de la tripulación. Y hay que entrenarse y prepararse para que sea fluida y eficaz. Es muy importante utilizar un conjunto de términos comunes a los que todos estén acostumbrados.

 

Para indicar una misma cosa siempre debemos utilizar la misma palabra de forma que no admita dobles interpretaciones y que todo el mundo entienda lo mismo. Y toda la tripulación debe convivir lo suficiente entre sí, para que estén acostumbrados y no haya confusiones. Para simplificar y tener claro las distancias todo el mundo utiliza la eslora como unidad de medida. Por ejemplo hablaremos de “Cruzar una estela situada a 3 esloras”. Es mucho más fácil medir las cosas en comparación con la eslora de nuestro propio barco que empezar a hablar de metros, ya que normalmente no es necesario tanta exactitud. Cuando estamos llegando a una boya en la que debemos virar, es mucho más sencillo avisar diciendo “boya a 3 esloras”, para que todo el mundo interprete de forma directa lo que falta por llegar.

Otro ejemplo típico de claridad y contundencia en la comunicación es el aviso de la llegada de una ola. El encargado de vigilarlas gritará “Ola” para que todos estén atentos frente a la llegada de un impacto fuera de lo común. Obviamente en mala mar no tendría sentido “cantarlas” todas so pena de acabar "tarado" por tanto aviso inútil. Sólo se deben avisar las excepcionalmente fuertes que se salgan del estado medio actual de la mar.

 

En regatas es importante hablar del rumbo que hacemos respecto a un barco con el que nos estamos batiendo. Y lo mismo ocurrirá con la velocidad, que frecuentemente indicaremos en relación con nuestro competidor. Por ejemplo diremos que vamos a medio nudo (medio nudo más que el barco al que acabamos de superar).

El táctico es el responsable de conseguir una comunicación fluida entre todos los miembros de la tripulación. Y es prioritario, ya que para tomar buenas decisiones debe contar con la mayor información posible. Datos que provienen del resto de la tripulación. La comunicación debe circular en las dos direcciones ya que con estos datos el táctico tomará decisiones que deben circular ahora a los miembros de la tripulación, para que puedan ser ejecutadas.

El táctico debe hacerse entender y ser una persona bien dotada para la comunicación. Su equipo debe confiar en él y cualquier dato susceptible de ser interesante debe ser indicado al táctico. Es mejor que el táctico reciba un poco de información irrelevante a que algún dato importante se quede en el tintero y nunca llegue a sus oídos. Cuando las tripulaciones son muy complejas, el timonel que obviamente trabaja codo con codo con el táctico puede ayudar a recibir los datos del resto de la tripulación y filtrarle los datos que no tengan demasiada importancia para el táctico. Naturalmente para que esto funcione, debe haber una gran compenetración y entendimiento entre táctico y timonel.

Pero para una buena comunicación también debe existir una buena organización en las tareas que cada uno está llamado a desempeñar. En el trabajo en equipo la comunicación no debe ser algo aislado que ocurra solo frente a acontecimientos especiales. Por el contrario debemos establecer también una cierta rutina con la que periódicamente se reporte información hacia el táctico.

En los equipos de regatas trabajan muchos especialistas, cada uno de los cuales debe efectuar su trabajo de forma impecable y sin distracciones.

El Proel es el que avisa de la llegada de una ola especialmente preocupante, y cuando vamos con vientos portantes, el proel también avisará si ve que un barco por delante pierde viento y cambia su rendimiento, por ejemplo porque ha cogido una racha. Toda esta información será de gran importancia para el táctico situado en la popa del barco.

El navegador que en ocasiones estará situado cerca del pie de mástil informará de la posición del barco respecto a los “laylines” y la posible estrategia que se debe seguir. Algo más atrasado, el encargado del piano controlará el ángulo y dirección del viento comprobando si este cambia más de 3 ó 4 grados.

Luego van los que ajustan las velas para que siempre estén dando el mejor rendimiento sea cuál sea el ángulo respecto al viento y su intensidad. El trimmer del génova y velas de proa además a ajustar óptimamente estas velas debe avisar como va el barco respecto a los otros participantes que se encuentren a barlovento. El encargado de ajustar la mayor también ayudará al timonel y avisará de la fuerza del viento, del grado de escora del barco y de hacer un resumen de los ajustes de todas las velas.

 

Cuando se navega de empopada, también debe avisar y controlar el asiento del barco. Con vientos portantes, entre él y el trimmer llevarán el barco más que el timonel, dependiendo de cómo ajusten las velas.

El timonel en continua comunicación con el táctico indicará sobre las “sensaciones” que trasmite el barco al gobernar, a través de la caña o de la rueda.

El timonel también debe prestar especial atención a los cambios de viento, tanto en dirección como en intensidad, comunicándolo inmediatamente al táctico, que con toda esta “cadena” de información deberá elaborar la táctica a seguir valorando los riesgos de cada posible opción a tomar.

 

Así se trabaja en equipo; la clave está en la buena comunicación.

 


 

 

 


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